Extranjero en su tierra, extranjero de sí mismo, Meursault vive una angustiosa situación. Íntimamente ajeno al alcance moral de sus actos, llega a asesinar, a la prisión, al patíbulo, y no hay para él, en este inevitable proceso, ni rebeldía ni esperanza. En estas páginas magistrales, el realismo logra la perfección: Meursault nos refiere su historia, no la de sus razones y sentimientos, sino la de su imposible destino.